martes, 10 de diciembre de 2013

PIONERAS DEL TATUAJE


Aunque seguramente muchas mujeres nativas americanas ya portaban tatuajes en la antigüedad, vamos a hacer un repaso de todas las mujeres que abrieron el camino al tatuaje en la piel femenina.

Olive Oatman fue la primera mujer blanca tatuada en los Estados Unidos. Después de que su familia fuese asesinada por los indios Yavapai durante un viaje hacia el oeste en la década de 1850, fue adoptada y criada por los nativos a la edad de 13 años, los cuales le confirieron un tatuaje tribal tradicional. Cuando se pagó un rescate por ella, Olive tenía 19 años y se convirtió en una celebridad.





Nora Hildebrandt nació en 1857 y fue la primera mujer tatuada en ser una atracción de circo. Realizó su debut en el museo Bunnell de Nueva York el 1 de marzo de 1882. Como muchas otras mujeres tatuadas de aquella época temprana, Nora dijo que los indios de Toro Sentado le habían tatuado a la fuerza cuando fue cautiva por orden del jefe nativo. Contaba que fue tatuada diariamente durante un año mientras la ataban a un árbol. Nora fue tatuada realmente en Nueva York por su padre, el alemán Martin Hildebrandt, uno de los primeros hombres en montar una tienda de tatuajes en Estados Unidos, concretamente en 1846. Semanas después de su debut, otra mujer tatuada, Irene Woodward, entró en escena y consiguió eclipsar a Nora.

Nora permaneció como un lienzo para su padre cuando él no estaba tatuando marineros o soldados de ambos lados de la Guerra Civil. Por aquella época estaba completamente tatuada, desde el cuello a los pies, poseyendo unos 365 tatuajes. Viajó con el circo Barnum and Bailey durante la década de 1890. Aunque en un principio contó la historia ficticia de la tortura que le habían infringido los indios, más tarde desveló el trabajo que había hecho su padre con ella al tatuarla. Se casó con el barbero Jacob Gunther en 1889 y murió cuatro años después, en 1893.





Irene Woodward, también conocida como La Belle Irene, nació en 1862 y empezó a realizar actuaciones como mujer tatuada durante la década de 1880. Realizó su debut por todo lo alto en Nueva York unas semanas después que Nora Hildebrandt, consiguiendo una reseña en el New York Times. Trabajó en el museo Bunnell y realizó viajes por toda Europa con gran éxito. En el escenario reivindicaba haber sido tatuada por su padre, aunque realmente fue tatuada por Samuel O’Reilly y su entonces aprendiz Charles Wagner. A veces, decía haber sido inspirada al haber visto al príncipe Constantine. En 1883 se casó con el hombre de negocios George E. Sterling, con el que tuvo un hijo llamado también George, y pasó 15 años en el circo. Irene murió en diciembre de 1915 en Filadelfia, Pennsylvania, a la edad de 53 años.




Maud Stevens Wagner fue la primera mujer artista tatuadora de los Estados Unidos. Era trapecista y contorsionista, lo que explica su peculiar e inusual aspecto tatuado a comienzos del siglo XX. Maud aprendió a tatuar gracias a su marido Gus, que fue el primero en emplear una máquina de tatuar eléctrica. Su hija Lovetta Wagner también se convirtió en una reconocida artista, aunque ésta no poseía tatuajes.


M’lle Aimee, otra mujer tatuada en 1880.



Mildred Hull, “La reina de Bowery”, nació en 1897 y fue una mujer tatuada que también era una artista tatuadora. Mildred empezó su carrera en el circo como bailarina exótica y con el tiempo se fue tatuando la piel, a manos de Charles Wagner. Fue otra de las pioneras en aprender a tatuar sin la ayuda de un novio o esposo. En 1939 empezó regentar su propio negocio de tatuajes llamado Tattoo Emporium, que compartía con un barbero. Trabajó en la calle Bowery durante dos décadas y tatuó a muchas mujeres, incluidas debutantes y estudiantes. Estas le pedían normalmente corazones en cuyo interior se escribían los nombres de amores y otros tatuajes en honor a las madres. En enero de 1943 intentó suicidarse saltando desde su piso en la segunda planta, pero sólo consiguió que la ingresaran en el hospital Columbus. Finalmente consiguió suicidarse en agosto de 1947, al beber un frasco de veneno.


 



Artoria Gibbons nació con el nombre real de Anna Mae Burlingston el 16 de julio de 1893 en Linwood, Wisconsin, y más tarde se mudó a Washington con su familia. Anna provenía de una familia pobre y trabajó como sirviente doméstica en Spokane, Washington. Allí conoció al artista tatuador Charles (Red) Gibbons, con quien se casó en 1912. Su marido tatuó todo su cuerpo con motivos religiosos, ya que Anna era una mujer muy devota y miembro de la iglesia episcopal. Junto a su marido trabajó como mujer tatuada en la década de 1920 bajo el nombre artístico de Artoria Gibbons, y cuando no estaban viajando, vivían en California. Entre sus tatuajes estaban La Anunciación de Sandro Botticelli, La Sagrada Familia de Miguel Ángel y en su pecho figuraba un retrato de George Washington.

Su historia en los escenarios era que se había escapado de su familia y la pobreza en busca del mundo del espectáculo y el amor. Cambió su historia en la década de 1970, cuando se convirtió en el número final del espectáculo Hall & Christ, y era presentada como “la monstruosidad hecha por el hombre”, que se casó con un hombre que la tatuó toda debido a los celos. Esta historia, creada por su mánager Ward Hall, hacía que Anna se entristeciera, por lo que él apagaba el sistema de sonido para evitar que ella lo oyese.

La razón real de que se convirtiera en una mujer tatuada, era por los problemas económicos de su tiempo y que ese empleo era una buena manera de sobrevivir. A las mujeres tatuadas se les pagaba bien, ya que cobraban entre 100 y 200 dólares por semana. Anna se retiró en 1981 y murió en marzo de 1985.





La Bella Angora fue una artista circense alemana que trabajó a comienzos del siglo XX alcanzando una gran fama. Como muchas otras mujeres, también contó truculentas historias para explicar el origen de sus tatuajes, que le fueron grabados cuando fue apresada por la fuerza en tierras lejanas por unos salvajes.





Lady Viola nació el 27 de marzo de 1898 en Covington, Kentucky, y su nombre real era Ethel Martin Vangi. Fue tatuada en la década de 1920 por Frank Graf y pronto se la conoció como “la mujer tatuada más hermosa del mundo”. Trabajó con el circo Ringling Bros y también en museos, aparte de dedicarse a tatuar en invierno. Realizó actuaciones con el circo Thomas Joyland hasta que alcanzó los 73 años. Murió el 25 de abril de 1977 y fue enterrada en Fulton County, Pennsylvania.





Betty Broadbent nació el 1 de noviembre de 1909 en Filadelfia, siendo su verdadero nombre Sue Lillian Brown. La historia que ella contaba era que trabajaba como niñera en Atlantic City, Nueva Jersey, cuando tenía 14 años. Aunque muchas mujeres tatuadas contaban testimonios de haber sido raptadas por los indios y que estos las tatuaban a la fuerza, Betty rehusó seguir esa estrategia. Se casó a la edad de 19 años y tuvo un hijo con un vaquero llamado Joe Carter, aunque este matrimonio no duró mucho.

A Betty le gustaba pasar los días en la playa o bien en el paseo marítimo donde conoció al tatuador Jack Redcloud, y en 1927 ya tenía todo el cuerpo tatuado por hombres como Joe Van Hart, Charlie Wagner, Red Gibbons y Tony Rhineagear, algunos de los primeros tatuadores en emplear máquinas eléctricas de tatuar. Su segundo matrimonio fue un ventrílocuo llamado Charlie Roark. Se separaron en 1952 y ella se casó en 1967 con su tercer marido, Winford Brewer.

Fue una de las circenses más famosa y más fotografiada, llegando a trabajar con los circos Ringling Brothers y Barnum and Bailey, así como otros espectáculos: Cole Brothers, Sells-Floto y Harry Carey’s Wild West Show. Hizo historia al aparecer en el primer certamen de belleza televisado completamente tatuada durante la exposición mundial de 1937. Se decía que en su piel existían más de 350 tatuajes, que incluían a varias celebridades de su tiempo, como la Reina Victoria. Betty actuó durante 40 años viajando por toda Norteamérica, Australia y Nueva Zelanda.

Con el tiempo Betty también se convirtió en una artista tatuadora y trabajó en San Francisco. En 1967 se retiró a Florida, y en 1981 fue la primera persona en entrar el Hall of Fame de los tatuajes. Betty murió en Florida mientras dormía el 28 de marzo de 1983.





Elizabeth Weinzirl fue la mujer de un doctor que empezó con los tatuajes cuando tenía 47 años, siendo una de las primera mujeres en tatuarse y exhibirse de manera recreacional. Según comentaba la propia Elizabeth, se tatuó porque su esposo quería una mujer tatuada. Su primer diseño grabado en la piel fue realizado por Bert Grimm y con el tiempo se le empezó a llamar con el apodo de “la abuela tatuada”.



Bobbie Libarry fue una atracción que se convirtió en tatuadora en San Francisco. Esta imagen fue tomada por Imogen Cunningham en 1976, cuando Bobbie tenía 83 años y estaba en un hospital.


Anunciada como “Miss Technicolor” y “La estilosa chica con el chasis tatuado”, la australiana Cindy Ray viajó por toda Australia y Nueva Zelanda a comienzos de la década de 1960, aprendiendo a tatuar y trabajando en ello desde entonces. A sus 70 años, ha vuelto a emplear su nombre original, Bey Nicholas, y trabaja los fines de semana en el estudio de tatuaje Moving Pictures cerca de Melbourne, donde lleva tatuando más de 40 años.



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