Jack el Destripador es el más conocido de los alias que se le dieron a un asesino en serie no identificado que cometió varios crímenes en 1888, principalmente en el distrito de Whitechapel, en Londres .
"Bajo las crudas e impresionantes alusiones se halla el significativo retrato del Hombre Obsesionado, cuya transición del pasado al futuro nos deja con una profunda visión del Hombre Violento de hoy. Porque Jack el Destripador está con nosotros ahora. Merodea de noche, huyendo del sol en una búsqueda de la deslumbrante incandescencia de una realidad interior. La víctima inevitable y definitiva del Destripador es siempre él mismo".
Robert Bloch
Aunque la figura del asesino serial sea tan antigua como el hombre, fue hasta el siglo XIX que el prototipo de este siniestro personaje cristalizaría en el imaginario colectivo. Y lo haría a través de un homicida cuya identidad nunca fue descubierta, o por lo menos, revelada: la de Jack, el Destripador, quien entre agosto y noviembre de 1888 aterró el lado Este de Londres, concretamente la zona de Whitechapel.
Sobre Jack (quien eliminó a cinco prostitutas), se han escrito más libros que sobre todos los presidentes estadounidenses. Y si bien su conteo personal de víctimas no pasó de media decena, caló hondo en la historia a causa de la saña con que cometió sus crímenes, y sobre todo, por el misterio que siempre rodeó su figura.
Siempre mataba de noche y en fines de semana. Más que cantidad nos brindó calidad. Un detallista que optaba por una minuciosidad artesanal, en vez de la mera producción en serie.
El asesino psicótico, figura importantísima en la literatura de horror, posee dos características que hacen su sombra más ominosa: nadie conoce su forma y nunca es posible saber cuando aparecerá. Es una sombra afilada. Quienes lo representan son sus víctimas, los rastros sanguinolentos que deja tras de sí. A veces los despojos son terriblemente convincentes, los más extraños y entusiastas representantes que puedan imaginarse, forjadores de pesadillas. Los cadáveres de Jack fueron más lejos: tejieron una leyenda. Era, como lo es siempre, como lo es ahora, el tiempo de los asesinos.
Fue Mary Ann Nichols "Polly" quien inauguraría la lista de sus víctimas el 31 de agosto (aunque algunas crónicas de la época aseguran que fue la quinta víctima). Su cadáver apareció en Buck's Row. Presentaba dos cortes profundos en el cuello. Jack la evisceró; sus intestinos aparecieron colocados entre sus piernas, y su abdomen fue abierto en canal.
La segunda fue Annie Chapman, muerta el 8 de septiembre y hallada en el número 29 de Hanbury Street. Decía el informe del médico forense: "Sus intestinos estaban a un lado del cuerpo sobre su hombro derecho. Había mucha sangre, con parte de su estómago junto al hombro izquierdo".
La tercera y la cuarta se unieron al recuento la noche del 29 de septiembre. Primero ultimó a Elizabeth Stride, a quien provocó una herida que atravesaba su cuello de lado a lado; se cree que la aparición de alguna otra persona causó que Jack se detuviera y no completara su faena carnicera en Berner Street.
Más tarde, en Mitre Square, ultimó a Catherine Eddowes, a quien le arrancó la nariz, le mutiló el rostro y la degolló. También le abrió el vientre desde la vagina hasta el esternón. Jack extrajo el útero (ocupado por un feto, ya que Catherine estaba embarazada) y el riñón izquierdo, el cual se llevó. Y dejó además un mensaje escrito con sangre en la pared: "The jewes are not the men that will not be blamed for nothing". Este mensaje, que incriminaba a los judíos como parte del crimen, fue borrado y ocultado por la policía. Se temía que desatara una ola de antisemitismo.
La quinta y última de sus víctimas oficiales fue Mary Jane Kelly, quien siempre vivió aterrada por la posibilidad de encontrarlo. Su cuerpo fue hallado en el número 13 de Millers Court la noche del 9 de noviembre. Su cabeza estaba separada del cuerpo, y sobre la mesa de noche, junto a la cama, yacían su corazón, sus ojos y sus pechos cercenados. Sus órganos internos estaban esparcidos a su alrededor, había adornado la ventana con sus intestinos y las paredes estaban llenas de sangre.
Scotland Yard se volvió loca tratando de atrapar al homicida. Los medios de comunicación masiva, por primera vez, descubrieron la fascinación que sobre sus lectores ejercían las andanzas de Jack.
Lo mejor fue la reacción popular: cientos de cartas llegaban tanto a los periódicos como a las oficinas policiales, todas firmadas por locos que decían ser Jack.
De ellas, solamente tres fueron auténticas. La primera llegó a la Agencia Central de Noticias el 27 de septiembre; escrita con tinta roja, la firma pasaría a la historia: "Yours truly, Jack the Ripper" ("Suyo afectísimo: Jack el Destripador").
La siguiente llegó a manos de la policía el 30 de septiembre; en ella, Jack se quejaba de no haber podido terminar su labor, ya que no había podido cortar las orejas de su víctima para enviárselas a los oficiales.
La tercera fue recibida el 16 de octubre por George Lusk, director del recién fundado Comité de Vigilancia. La acompañaba un pedazo del riñón extraído a Catherine Eddowes. Jack añadía que se había comido el resto del órgano y el remitente incluía las tres célebres palabras: "From the Hell" ("Desde el Infierno"), así como un poema deficiente:
Seis prostitutas, contentas de vivir
una topa con Jack y solo quedan cinco
cuatro y prostituta riman muy bien,
lo mismo que tres, y yo
incendiaré la ciudad y sólo quedarán dos.
Jack era escurridizo, nadie podía atraparlo, no había señales de él después de cometer sus crímenes. Una teoría afirmaba que era un Hombre Invisible. Es decir, alguien que no desentonaba en absoluto con el ambiente del lugar, o de quien nadie tendría sospechas: un cura, un policía, una prostituta.
También se decía que podía ser alguien que era más conveniente no ver: un hombre poderoso, un miembro de la realeza. Prácticamente cualquiera podía ser. Los principales sospechosos fueron el príncipe Albert Víktor (nieto de la reina Victoria), casado con la prostituta católica Annie Crook; el médico de la Familia Real, William Gull; Aarón Kominski, un polaco judío que sufría de alucinaciones; Montague John Druitt, maestro de escuela y abogado, que se suicidó arrojándose al Támesis, y de quien su familia sospechaba que era el asesino.
Otros sospechosos eran Michael Ostrog, un inmigrante ruso que se dedicaba a robar; el médico estadounidense Francis J. Tumblety, quien huyó a Jamaica y Nicaragua, y que coleccionaba órganos femeninos; Walter Sickert, pintor alemán que usaba como modelos a prostitutas; y George Chapman, acusado oficialmente por Scotland Yard de ser el asesino y recluido en un manicomio; la última tesis postula que se trataba de varios criminales, una especie de sociedad secreta que cometía asesinatos rituales.
Las crónicas de la época hablaban con clínico detalle de las mutilaciones, siguieron casi con placer cada uno de los bizarros elementos de los crímenes, fustigaron a los cazadores, se burlaron de las ridículas pesquisas policíacas, atacaron cruelmente a la prostitución, empezaron el juego eterno de ponerle un rostro a Jack. Eran los medios de comunicación masiva en su estado primitivo.
Titulares de periódicos y revistas de la época:
¿Cuanto hicieron estos medios por alimentar a Jack el Destripador? ¿Fue el primero de los asesinos conscientes de que la sangre puede ser un medio magnifico para llegar a un público indiferente? ¿Qué tanto de su fama se debe a las furiosas editoriales, al miedo mediático, al terror en letras de imprenta?
La fascinación de los medios de comunicación ante los crímenes:
En la década de los noventa se publicó el Diario de James Maybrick, un comisionario algodonero de Liverpool donde se declaraba el autor de los crímenes. Sin embargo, el diario es considerado por la mayoría un fraude. También se halló un pequeño reloj de bolsillo de oro donde está grabado el texto “Yo soy Jack” junto al nombre “James Maybrick", así como las iniciales de las cinco víctimas reconocidas del asesino: Mary Nichols (MN), Annie Chapman (AC), Elizabeth Stride (ES), Catherine Eddowes (CE) y Mary Kelly (MK).
Dicho hallazgo ha situado a James Maybrick en el número uno de los sospechosos. Este reloj se descubrió a mediados de los noventa, poco después de la aparición del supuesto diario personal de James Maybrick, en el que narraba los crímenes que había cometido. Aunque hasta ahora se creía que tanto el diario como el reloj eran una burda falsificación para sacar dinero, unos recientes análisis hechos por la Universidad de Manchester han revelado que el reloj podría ser realmente de la época en que Jack se paseaba por la calle Whitechapel haciendo de las suyas.
Con la ayuda de microscopios electrónicos se han detectado partículas oxidadas de cobre depositadas en el fondo de las iniciales grabadas en el reloj y que pertenecerían a la herramienta con que se hicieron. La Universidad de Bristol también lo analizó y certificó que podía tener “decenas de años de antigüedad", pero que no se podía decir con exactitud.
El posible esclarecimiento de uno de los casos más intrigantes de la historia criminal, tiene a los seguidores y estudiosos de Jack divididos en dos bandos: los que creen que el misterio por fin ha sido resuelto, y los que en cambio creen que esto no es más que una estrategia para ganar dinero.
Gráficos descriptivos sobre los asesinatos
Asimismo, recientemente se ha dado a conocer una posible identidad del asesino según documentos de Scotland Yard, expuestos en el Black Museum. El sospechoso fue un peluquero llamado Aaron Kosminski.
Mapas de los crímenes:
En el año 2006, se descubrió en una de las cartas de Jack, ADN de mujer, por lo que algunos piensan que el Destripador podría ocultarse tras la falda y las curvas de una mujer estéril, El escritor John Morris, oriundo de Birmingham y a quien ha entrevistado La Aventura de la Historia , ha rebautizado en su libro, Jack the Ripper: the hand of a woman, a la galesa Lizzie Williams como el monstruo de Whitechapel, que mataba a sus víctimas frustrada porque no podía concebir hijos. Han pasado más de 120 años y, una vez más, se pretende apellidar al asesino en serie victoriano que más ríos de tinta ha vertido.
Aunque en ese caso debió de tratarse de una mujer lo suficientemente fuerte como para mutilar los cuerpos de las prostitutas y, lo que es más improbable, con la particular psicología de un asesino sexual en serie. Scotland Yard también barajó la posibilidad de que el asesino fuera el escritor Lewis Carroll, autor de Alicia en el País de las Maravillas, pues en su poema "Jabberwocky" está escrita una declaración hecha con anagramas. También se ha sospechado de Walter Richard Sickert (1860-1942), un pintor de origen Alemán radicado en Inglaterra. Patricia Cornwell dedicó una investigación titulada Retrato de un asesino. Jack el Destripador: caso cerrado en la que sostiene, tras varios estudios de la evidencia dejada por el Destripador, que las semejanzas entre Sickert y el asesino eran muchas como para pensar en que fuese casualidad.
Lo cierto es que a nuestra civilización el misterio de Jack le resulta intensamente atractivo. Miles de personas, a través de los años, se han esforzado por dotarlo de un rostro, de una voz, por descifrar el mensaje oculto detrás de sus crímenes. Seguimos buscado esas líneas dichas en una callejuela oscura, una noche de 1888 a una mujer trágicamente condenada. Jack nos llama desde esas sombras y nosotros acudimos a su llamado.
Lo cierto es que nadie puede saber si ésta es la verdadera historia o si es otro de los relatos que inspira este terrible personaje. Lo único que hoy en día tenemos claro es que no se trataba de un delincuente cualquiera. Sus hechos demuestran que era una persona con gran inteligencia y tal vez una educación superior a la población de Withechapel, incluso puede que fuese alguien de clase alta.
Tal vez tuviese un trastorno de la sexualidad o un trastorno mental que le provocase esa compulsividad y obsesión a la hora de cometer los crímenes. Su afán de reconocimiento y el hecho que resaltase con las cartas enviadas a la prensa su inteligencia, demuestra que también era una persona insegura y llena de complejos. Pero mientras Scotland Yard mantenga sus archivos en el más absoluto secreto, otros autores seguirán suscitando sospechosos que mantengan la leyenda del Destripador viva.
Caricatura sobre Jack, el Destripador:
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DOCUMENTAL
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Pelicula : Desde el Infierno (Trailer)
Filmografia:
Bibliografia:
Fuente: elwater
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